Revólver: "Capitol" (Compañía de Canciones)


Texto: Txema Mañeru.

¡Cómo andan los tiempos de revueltos que hasta un fenómeno como el Revólver de Carlos Goñi, tiene que volver a la independencia y a la autogestión! Pero miremos el lado positivo. Quizás por ello se ha esmerado aún más y este duodécimo trabajo de estudio, "Capitol" (Compañía de Canciones) recupera el pulso y la garra de décadas pasadas. Aunque en este caso lo vuelva a hacer predominando su lado más intimista, que es, generalmente, también el más apreciado por sus muchos seguidores.

Un disco con muchas ganas de contar cosas y que ha sido escrito casi íntegramente en el mítico hotel “Capitol” de la Gran Vía de Madrid y para el que ha reunido un magnífico equipo de una docena de músicos y cantantes. La presentación también ha sido muy especial para esta ocasión y se trata de un precioso triple digipack con un amplio libreto con todas las esenciales letras y fotografías. Además también trae un póster de amplio formato.

Pero lo más importante, para Revólver y para Carlos Goñi, son, una vez más, las canciones y las historias narradas en ellas. Canciones que comienzan con la íntima genialidad de ‘Más tequila’. Aires tex-mex con el gran acordeón de Cuco Pérez y un delicioso aroma general a Willy DeVille. En ‘Perdí lo que no tuve’ tenemos aires latinos y romanticismo canalla con un punto muy Sabina. Regresan los aires fronterizos con ‘Ángeles de alas sucias’ y cierto aroma a Bob Dylan que luego se acerca a Bruce Springsteen por los coros de Cristina Narea y Mayte Pizarro y por el piano de Pau Álvarez. Ese toque al Boss lo tenemos también con el saxo de Josvi Muñoz en ese gran lento con magistral melodía titulado ‘Blackjack’. ‘Campanilla’ es un exquisito medio tiempo con ritmo trotón a lo J.J. Cale. Sabe seguir emocionando en la desnudez total de su acústica y su voz en ‘Sacristán de sacristanes’. Emociones que se tornan en dolor personal en la dura ‘Cerraré los ojos’ que trata sobre los abusos a menores. Una preciosidad lenta en la que Goñi está magistral con la slide un poco a lo David Lindley (toca también acústica, eléctrica, mandolina, dobro, armónica y programaciones) y con unos coros muy Bob Dylan. Acaba con la emocionante y lenta ‘Magnolia Lane’, otra vez con aires dylanianos, uno de sus mejores discos y de los destacados de este año cuyas canciones protagonizarán una gira en la que también entrarán muchos de sus clásicos, claro.

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