Lecturas veraniegas: “Reflejos en el Retrovisor”, de Alex “Cooper”



Texto: Carlos Molina.

Alex “Cooper”, uno de los abanderados del mejor pop sixtie nacional, se revela en “Reflejos en el Retrovisor” como un escritor de primera. Este libro, editado a través de su editorial Chelsea y dentro de la colección “Mis documentos”, forma parte de un triunvirato inicial en el que también han buceado en sus recuerdos musicales Fernando Pardo y Joaquín Felipe Spada. En las próximas semanas os iremos hablando de todos ellos, pero comenzamos hoy por un “Reflejos en el Retrovisor” que, sinceramente, es una obra imprescindible para todo amante de la literatura musical. Nos ponemos en contacto con Alex para hablar de su obra y de la colección, en general.

Empecemos por el principio. ¿Cómo surge la idea de iniciar una colección así?


La idea de cómo tenía que ser la colección fue variando, pero partía de la base de que a mí me habían pedido muchas colaboraciones y tenía textos muy variados escritos, y pensé que eso era un libro. Luego supuse que igual que yo tenía ese montón de cosas redactadas, seguro que había amigos de grupos que también podían rescatar cosas así. Pensé que no era solo un libro, que podía ser una colección. En la convalecencia del accidente en lambretta tuve tiempo para volver a ver muchas pelis y para leer mucho, y me topé con Godard, que siempre me había encantado. Me sirvió para dar sentido al caos, a las ausencias y a la falta de cronología, elementos que yo intuía necesarios para mantener mi visión “posibilista” de las cosas, para saber que esto se podía llevar a cabo. Lo difícil era encarar las primeras llamadas: ‘Hola, soy Alex y quería sacarte un libro que tú ya has escrito aunque no lo sabes’. Me agarré como un clavo ardiendo al concepto de “literatura circunstancial”, rozando la “anti-literatura”. Y las piezas empezaron a encajar.

¿Cuánto tiempo has dedicado a “rescatar” todos los textos que acompañan a esta obra?

¿Sinceramente? Un fin de semana. Es que lo tenía muy claro. El asunto consistía en meterme en el ordenador e ir haciendo control+c y control+v. Cada texto era un capítulo y la clave estaba en ordenarlos. Decidí alinearlos en base a criterios no muy ortodoxos: que no hubiera dos listas seguidas, que no hubiera repeticiones de nombres de grupos o de eventos en dos capítulos seguidos (aunque quería que las hubiera en el conjunto, Godard me quitó el miedo a la aliteración de Teenage Fanclub, los Jam o el primer FIB…), que se alternaran capítulos personales con capítulos musicales o que la alternancia se diera entre entradas largas y cortas. Así, la estructura es muy práctica, muy manejable. Al meter las imágenes, vi que el resultado no era múltiplo de 4. Ningún problema: rescaté el cuestionario del FIB y llegué a las 80 páginas. Tenía muchas más cosas para incluir, la verdad, pero no quería libros “definitivos”, quería piezas de un puzzle.

Una de las cosas más interesantes para mí de este libro es la cantidad de artistas, discos, y singles que uno puede descubrir gracias a tus “listados”. Durante la realización de este cuestionario he disfrutado de Matthew Sweet, el Grand Prix de Teenage Fanclub, Myracle Brah (Can you hear the miracle brah?, qué grande el tema “First Kiss”)… ¿Al redescubrir estos textos, listas y recomendaciones, has vuelto a escuchar algunos de los artistas y bandas que mencionas? ¿Te ha costado mucho elegir entre todos los listados que has escrito en los últimos años, o aparecen casi todos los que has elaborado?

Hay unos cuantos que se han quedado fuera, es que siempre me piden este tipo de cosas, no sé por qué. Creo que se ha generalizado la idea de que controlo mucho de música, que soy collector, y al final es más la fama que la realidad. No tengo tantos discos, no conozco tantas bandas si me comparas con la gente que está en internet escribiendo en foros o blogs. Eso sí, si me comparas con la media de los músicos de cierto nombre de este país, entonces sí, entonces soy el puto John Peel. Y no, no he re-escuchado esos discos de los que hablo en el libro, pero son algunos de los que siempre andan por casa y me encanta que ahora la gente haya encontrado una excusa para desempolvarlos, o para descubrirlos.

Destacan también los apartados dedicados a algunas de tus giras, conciertos a los que has asistido estos años- -también en tus años mozos, como el de Loquillo o Nacha Pop-, con bastante info, descripciones, anécdotas… ¿Qué has sentido al volver a leer, y por ende, recordar esos momentos?

Mi intención, lo que perseguía en concreto con mi libro (ya más allá de la colección y tal…), era hacer ver que la música para mí ha sido una constante en la vida, que me ha acompañado desde siempre. Cuando cuento que con seis años le llevé a rastras a mi madre a por un disco de Suzy Quatro, en realidad estoy hablando de mi madre. La crónica del concierto de Ben Lee es la crónica de la angustia que me entró al saber de la enfermedad de mi padre. La entrada sobre el guitarrista de los Deicidas es la crónica de mi iniciación en la música y del ambiente de mi instituto. La reseña sobre Costello es mi aventura iniciática en el Londres mod de Carnaby Street con 17 añitos y el cuestionario del FIB es casi una declaración de amor a Mario, mi gran amigo en Cooper. La música es el medio, es el paisaje de mi vida. Pero mi vida va más allá, aunque tampoco me haya planteado que este libro lo cuente como ha sido, es todo más “circunstancial”, como te he dicho antes.

Una obra que permite, de nuevo, conocer la razón de tu apuesta por el formato single y también el porqué de la grabación posteriormente de un nuevo largo, “Mi Universo”. ¿Ha habido algún apartado del libro que te haya dado algo de pudor, entre comillas, mostrar, o en este ejercicio de desnudez literaria no has tenido reparo alguno?

Es curioso porque mucha gente ha dicho que, de los tres autores, yo soy el menos dispuesto a mostrarme en las distancias cortas. Y digo que es curioso porque Fernando Pardo, por ejemplo, ni siquiera tiene facebook. Porque yo soy un charlatán y no tengo pudor, no mido el riesgo y hasta en mis canciones me desnudo (lo cito en “El Disfraz de Raconteur”). Pero también es verdad que he sido el más fiel a la idea original de Mis Documentos, y al no reescribir ningún texto he echado mano de lo que tenía, y lo tenía porque me habían pedido que lo escribiera. Por eso no es tan “personal”. No es que tuviera vergüenza, es que no ha habido ocasión.

¿Qué es lo que te han parecido los libros de tus compañeros de colección y lo que más valoras de cada uno de ellos?

Me encantan, me lo he pasado bomba editándolos. Creo que reflejan muy, muy bien cada personalidad. Fernando es un “preacher”, y es muy clásico en muchas cosas, a pesar de esa imagen transgresora que proyecta. Tiene muchas ganas de contar cosas y de hacerse entender, y su vida ha sido una carrera de obstáculos y él ha salido ganador, porque empezó la partida con malas cartas. Es una historia de superación, y me flipa que nadie se dé cuenta. Felipe es otro tema, va de “loser” para no llevarse decepciones, pero él sabe lo que vale. Y, aun así, te deja hacer, es más flexible, le resulta más cómodo no ser él quien asuma la responsabilidad de ciertas decisiones. Pero le preocupa la imagen que la gente se pueda hacer de él, bueno, más bien le preocupa no entristecer o decepcionar a los amigos, y eso está bien. Tiene un gran sentido del humor y ha incluido guiños en el libro para ayudarme dar forma a esta pequeña majarada de “textos que nunca debieron publicarse” y menos en tapa dura. Ambas ediciones me encantan, me parecen muy interesantes de leer por separado y también a la vez, porque son partes de un mosaico mayor. Lo generacional funciona, talkin’ bout my generation…

¿Qué compañeros de escena musical te gustaría que protagonizaran futuros lanzamientos de esta colección “Mis Documentos”?

Tenemos cerrada la siguiente tanda y creo que va a ser chulísima: Fran Nixon, Xoel López y Sergio Vinadé. Esta vez no hay tanta variedad estilística (o, más bien, sería más correcto decir que hay menos rock…) pero funciona como generación de relevo a los tres puretas que hemos empezado la aventura. Aunque tampoco son artistas pipiolos, ni mucho menos. Los tres se han reinventado al menos una vez. No sé quién vendrá más adelante, aunque sí te puedo chivar que Adolfo de Airbag ya está recopilando; si algún alma caritativa conserva sus entradas en Pop Madrid o algún otro foro de la internet más vintage, le agradeceríamos que se pusiera en contacto con nosotros, se llevaría un flotador y nuestro agradecimiento eterno.

Por cierto, que este libro me ha dejado con muchas ganas de leer “Club 45: 90 canciones de la Era Pop para mods y jetsetters”, que editaste hace tres años, si no me equivoco. ¿Has disfrutado con la elaboración de “Reflejos en el retrovisor” tanto como con la obra antes mencionada?

Buf, son proyectos muy diferentes, porque el Club 45 era como la obra de mi vida, la continuación de mi etapa fanzinera y la proyección de mi enfermedad por los sesenta. Y la maquetación del libro así lo transmitía. En cambio lo de Mis Documentos pretende ser más liviano. Un poco en plan: ‘¿Ya está?’, para poder homenajear a Joaquín Reyes con lo de: ‘¿A que se te ha hecho corto? ¡Eso es que has disfrutado!’ A mí cuando una chica me dice: ‘pero, ¿ya está?’, siempre le digo lo mismo: ‘¡eso es que te ha gustado!” (risas).

¿Qué nos puedes adelantar acerca de tu futuro creativo más inmediato, bien sea como músico (próximos conciertos, preparación de nuevos trabajos), bien como escritor, si es que hubiera algún nuevo libro en ciernes?

Ahora mismo sigo tocando con Cooper, pero no tengo perspectiva de grabar nada nuevo. Estoy más centrado en los libros y en un posible proyecto para el 2014 alrededor de todo lo que hemos hecho en Chelsea, algo muy especial que me tiene sin dormir.

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