Resumen del Bilbao BBK Live

El Bilbao BBK Live ha dicho adiós en esta su tercera entrega (segunda bajo esta denominación), una edición que se podría esquematizar en el éxito indiscutible del bolo de Police, las inclemencias climatológicas del sábado que ahogaron ligeramente la respuesta ante los conciertos de Lenny Kravitz y REM -pena, penita, pena, ya que la presencia de estos últimos era todo un aliciente para servidor- y una última jornada casi de asueto y familiar, con multitud de padres y pequeños disfrutando de un monte Kobeta que resistió como pudo el chaparrón del día anterior y en el que me mojo y doy un aprobado alto al bolo de Riders on the Storm, el revival que tienen montado dos de los componentes de The Doors, Krieger y Manzarek.

Por motivos laborales y de salud no pudimos estar en todos y cada uno de los conciertos programados, pero en los próximos días haremos una crónica pormenorizada de aquellos en los que ORPHEO estuvo presente, tanto el de Morcheeba como el de Police, pasando por Fancy, Dandy Warhols, Lenny Kravitz, REM, The Blues Brothers, Riders on the Storm, ZZ Top, Quique González y The Blows (un conciertillo que dieron entre los bolos de Kravitz y REM para calentar los ánimos y cuerpos de los presentes).

Cerca de 80.000 personas han pasado a lo largo de los tres días de festival por el recinto ubicado en el monte Kobeta, siendo el viernes, con la presencia estelar de Police en el cartel, la jornada con mayor afluencia (casi 35.500 personas), seguida de la del sábado, con Kravitz, REM y un intenso y frío sirimiri (28.000) y la del domingo, muy lejos de las anteriores (16.200, con Tequila, ZZ Top y Madness como mayores reclamos). Estas cifras están cerca de las del pasado año, donde hubo 88.000 asistentes, pero que además contó con una jornada más de conciertos. En resumen, el festival ha sido un notable éxito en cuanto a asistentes, con una media de más de 26.500 personas por día. Si la huelga de autobuses que vive nuestra ciudad puso a temblar a más de uno, lo cierto es que la organización actuó eficazmente y el servicio contratado para acercar y bajar a la gente se merece una nota alta. Eso sí, la parada de Beyena, a un kilómetro aproximadamente del recinto, hizo temblar la resistencia física de más de uno.

¿Quedan cosas por mejorar, o al menos por anticipar? Seguro. Este cambio climático que vivimos, que diría Al Gore, había respetado, y mucho, a las anteriores ediciones del festival, y qué decir al Kobetasonik, celebrado bajo temperaturas más próximas a Andalucía que al norte de España. Hasta ahora, lo más que se había vivido era alguna nube y algunas gotas. Pero Bilbao es Bilbao, el riesgo de lluvia debería estar presente ante cualquier actividad realizada al aire libre y más si esta se lleva a cabo en un monte. Vamos, que el sábado las laderas de Kobeta eran una pista de patinaje, no sobre hielo, sino sobre barro. Algunos dieron con sus cuerpos en ella, y los que no, todavía estamos picando nuestras botas para eliminar cualquier rastro de suciedad. Se antoja imprescindible un acondicionamiento del suelo con el fin de evitar en lo posible llegar a extremos como los de esa jornada. Y lo de las comidas, las colas, la calidad y el precio de los víveres daría para mucho que hablar. Uno no pretende estar en el restaurante de Ferrá Adriá, pero tampoco que le cobren casi lo mismo por un bocata de pan duro y un jamón serrano que, de saber a menta, podría pasar tranquilamente por un chicle. Sin duda, un elemento que habría que revisar y mejorar.

En resumen, que nos lo pasamos bien, aunque el frío y la chupada que agarramos el sábado fueron de campeonato. Grandes, que para algo somos de Bilbao. Tan grandes como el catarro que llevo ahora encima...

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